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Lo peor de los que no son Americanos

Criticar a los americanos es un pasatiempo global. Pero… ¿y lo peor de los no-americanos? Spoiler: no es la puntualidad. Esos audios eternos, la hipocresía cultural y nuestra incapacidad de aceptar que igual somos tan pesados como los yanquis
Lo peor de los que no son Americanos
Photo by Woliul Hasan / Unsplash

Puedes leer la versión de inglés aqui.

Mira “lo peor de los americanos” en Google y encontrarás suficientes artículos y vídeos como para perder un mes entero de tu vida. Demasiada comida rápida, demasiadas armas, demasiada polarización, sobrevalorados, atrasados, un sistema imperial absurdo, excesivamente individualistas, demasiados polis racistas, malísimos en geografía que no sea la suya (salvo cuando hay guerra) y encima siempre sonríen.

Touché.

Bueno, en realidad “touché” no es la palabra adecuada, porque eso implicaría que todos esos comentarios vienen de un rival que me ha dejado en evidencia. Y no es así. Yo no soy estadounidense.

Bueno… técnicamente, sí lo soy. Nací en Chile y tengo pasaporte canadiense, o sea que formo parte de las Américas por partida doble.

Pero cuando la gente se pone a rajar de los americanos, en realidad están hablando de los 'Mericans. Y a veces también de los canadienses, porque seamos sinceros: no somos tan distintos. Tenemos sanidad pública, monedas ridículas como los toonies y los loonies, pero si no llevásemos una hojita de arce colgando de la mochila, nadie notaría la diferencia. Somos conductores de pick-up, fans de los centros comerciales, y la mayoría no aprendemos otro idioma a menos que seamos inmigrantes.

Ah, espera, todos somos inmigrantes. A veces se nos olvida. Me refiero a inmigrantes de primera o segunda generación.

Pero, ¿y lo peor de los que no somos americanos?

¿Será que no usamos casco ni hombreras en el fútbol? ¿La hipocresía de criticar la cultura yanqui mientras la consumimos a todas horas? ¿Nuestra facilidad para llamarlos tontos aunque hayan creado el país más próspero a nivel intelectual del planeta? ¿O esa superioridad moral con la que decimos que “América no tiene cultura” mientras ignoramos las cientos de lenguas indígenas que se han hablado allí durante siglos?

No, no es nada de eso. Y si es la primera vez que te topas con Born Without Borders, quizás te confunda mi uso de “nosotros”. Mi familia es principalmente belga y vivo en España. No lo digo para hacerme el internacional, sino para dejar claro que la división entre “nosotros” y “ellos” no tiene mucho sentido para quienes vivimos entre varios mundos.

Así que… ¿qué es lo peor de los no-americanos?

Los mensajes de voz.


El gran debate de los audios

La negación del cambio climático por parte de ExxonMobil, los motores trucados de Volkswagen para engañar con las emisiones, Nestlé privatizando el agua, Amazon sudando olímpicamente de sus empleados, los bancos buscando beneficios a corto plazo a cualquier precio, las farmacéuticas vendiendo drogas adictivas… Todo eso muestra lo egoísta y codiciosa que puede ser la especie humana.

Aun así, echaría gasolina a un VW Golf en una estación ExxonMobil mientras me bebo un té helado Nestlé para tragarme una pastilla de Dexedrina, de camino a un punto de recogida de Amazon… antes de abrir un maldito mensaje de voz.

Los audios son la forma de comunicación más egoísta y menos eficiente que existe. Antes uso un telégrafo.

Pero por lo visto no van a desaparecer. De hecho, cada vez son más populares.

“Estamos justo dentro de la fecha de caducidad del intercambio de notas de voz… Grabaciones de un minuto y medio de charlas triviales que pueden transportar al oyente al entorno de quien habla, mostrar su personalidad y catapultarte hacia una conexión humana fuerte.”
Hannah Ray, en Shelf Life 🍣 Is face-to-camera dead? Four reasons it might be.

Pues no, Hannah. Los audios no me catapultan a una conexión humana intensa. Me catapultan a una rabia que me hace querer borrar de mi vida a cualquiera que me mande 37 segundos de “Eh… hola, ¿qué era lo que te iba a decir? Ah sí, lo de ayer… bueno, pues eso… ¿quedamos en tu casa esta noche?”

Eso me hace perder 37 segundos de mi vida. O incluso diez minutos si tengo que salir de casa para escucharlo.

Si no sabes pensar en voz alta, guárdate tus pensamientos hasta que seas capaz de escribir: “¿Quedamos en tu casa?” No hace falta que me expliques por qué. Ya lo sé. Siempre tengo cerveza en la nevera.


El “por qué”: cultura, idioma y eficiencia

Hannah sigue:

“Yo pensaba en el audio como una herramienta narrativa: un mecanismo de llamada y respuesta, por ejemplo, entre marcas y consumidores. Algunas plataformas, como Instagram, han degradado los audios para que solo se usen en mensajes privados, dejando claro que deben utilizarse solo en comunicación personal. Pero me intriga ver si el medio puede expandirse más allá de la comunicación uno a uno y ser aprovechado por organizaciones de noticias o movimientos sociales como forma de interacción en masa.”

Hannah Ray es muy lista, así que leer esto me produce la misma ansiedad que el cambio climático o que haya gente que cree que Elon Musk es Tony Stark.

“Los jóvenes usan cada vez más los audios: un 43 % de personas entre 18 y 29 años dijeron que los usan al menos una vez por semana. WhatsApp afirmó el año pasado que se envían más de 7 mil millones de audios al día. Algunos incluso se comunican más por audio que por texto.”
Shirin Ghaffary, en Why all your friends are sending you voice notes.

¿¿PERO POR QUÉ??

¿Por qué tanta gente joven se ha subido a esta ola?

Todos los artículos dicen lo mismo: que los matices vocales transmiten emociones y la intención del mensaje. Pero nunca he recibido un audio que no estuviera compuesto en un 50–100 % de muletillas, pausas o cosas innecesarias. Así que no me vale ese argumento a menos que venga con datos.

Y resulta que sí hay estudios que dicen que la gente se siente más conectada hablando por teléfono que por mensaje.

Vale. Si tienes algo emocional que decirme, llámame. Estaré encantado de escuchar tus pausas, tus lágrimas, tus repeticiones… siempre que sea en directo.
Los audios son como ver la final del Mundial cuando ya sabes quién ganó.


Pero ¿por qué se usan más fuera de EE. UU.?

“Los audios son un igualador, porque no todos los idiomas son fáciles de escribir”, dijo Zafir Khan, de WhatsApp, que los usa para comunicarse con familiares en Pakistán con quienes puede hablar, pero no leer ni escribir en urdu. En una encuesta de YouGov, un 13 % de los estadounidenses encuestados dijeron que usan los audios para superar barreras lingüísticas.
Shirin Ghaffary, en Why all your friends are sending you voice notes.

Mierda. Ese argumento me hace replanteármelo todo.

Claro, yo vivo de que estructuras de poder anglo-imperialistas obligan a la gente a aprender inglés.

Pero también creo que cualquier sociedad es más sana cuando tiene diversidad lingüística y cultural, así que apoyo totalmente que cada quien elija el canal de comunicación que mejor se adapte a su contexto.


Cultura, jerarquía y notas de voz

En muchos países de América Latina, África occidental y China, el audio es lo normal.

En China, en WeChat, la gente directamente graba y envía su mensaje. El texto solo se usa si hay barrera lingüística, ya que la app lo traduce automáticamente.

Puede que sea porque en China no hay tanto pudor al hablar en voz alta en público. También porque escribir caracteres chinos es un coñazo. Zara Zhang, analista china, dice que en el mundo profesional chino los audios solo son aceptables si vienen de un superior hacia un subordinado, e incluso pueden verse como símbolo de estatus.

En Europa occidental no he visto ese tipo de dinámica jerárquica. Quizá porque aquí las jerarquías son más planas. En muchos países europeos (como Países Bajos), el jefe puede perder tu tiempo con un audio igual que tú con él.

Esto me lleva a otra dimensión cultural: la del tiempo. China tiene una concepción flexible del tiempo, aunque valora la puntualidad.
Culturas como la latinoamericana, la del África occidental o el sur de Europa tienen un concepto mucho más laxo de lo que significa “llegar a tiempo”.

Algunos dirán que los audios son más rápidos. Y sí, en Alemania también se usan, pero —por experiencia personal— nunca he recibido un audio de un alemán contando todo su flujo mental. Siguen siendo alemanes: eficientes pero logísticamente torpes.

¿Y por qué no se dan cuenta de lo incómodo que es tener que escuchar otra vez un mensaje para recuperar algo?

No se puede buscar una palabra clave en WhatsApp si está en un audio. No tiene sentido para culturas que valoran la eficiencia. Así que probablemente el idioma influye más que la cultura del tiempo.

Y luego está España, donde “ser puntual” es un concepto flexible.
Tan flexible que cuando acabo de escuchar un audio ya llevo tres tanques y me irrita un poco menos el siguiente audio que sé que viene.

Jerarquía, cultura del tiempo, estilo de comunicación… todas son dimensiones culturales. Por cierto, recomiendo este otro artículo mío sobre la pandemia de audios que se está expandiendo desde el resto del mundo hacia América del Norte.

Cuanto más lo analizo, menos claro lo tengo. Lo que me lleva a una dimensión de la que se habla poco: la cultura de la distancia.

Algunos dicen que en Europa se usan más audios porque se usa más el transporte público, lo cual te da tiempo para escucharlos. Y también te obliga a escuchar los de los demás.

Y como ya dije, los audios transmiten más matices emocionales (o manipulación emocional), así que te comes mensajes tipo:
“Por favor, Nolan… tienes que acabar ese informe para el viernes… te lo ruego… sabes lo que significa esto para mi promoción… solo… sniff… por favor…”

Una vez más: los audios son egoístas.

Hacen perder el tiempo al que los recibe, y aunque comunican más emociones, también facilitan la manipulación si eres buen actor. Y sí, tal vez digo todo esto porque soy escritor y escribo mejor que hablo. O porque hablo inglés y tengo más abreviaturas que una app japonesa. O simplemente porque soy un millennial irritable de América del Norte que no quiere adaptarse al modo favorito de comunicarse del resto del mundo.

… Mierda.
Igual el egoísta soy yo.

Pero tú no. ¿Verdad?
Claro que no.
Tú eres una persona generosa, altruista, que siempre está dispuesta a escuchar un audio y…


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